Hoy me he dado cuenta de que de todo se aprende; de que cuando cometemos un error a veces nos sirve para no volver a caer en la misma trampa, pero no siempre sucede esto. Cada persona es un mundo, por lo que nunca sabemos como acertar con alguien o si lo que hacemos le sentará bien, o por el contrario, se ofenderá, se sentirá agobiado, se sentirá rechazado, ignorado... Y al final he llegado a la conclusión de que nunca debemos basarnos en antiguos errores para no cometer nuevos, porque puede ser que lo que en aquel entonces fue un error, ahora sea un acierto. Todo es tan relativo en esta vida, que nunca sabemos cómo acertar con algo o con alguien, y muchas veces es sólo cuestión de suerte o de tiempo. Cuando me he equivocado siempre lo he reconocido, he sido capaz de pedir perdón por el daño que haya podido causar, aunque yo también haya salido dañada de esa situación. Pero no todo el mundo es capaz de reconocer sus errores, y mucho menos de intentar enmendarlos. La mayoría de las personas se encierran en sí mismas, e intentan olvidar todo lo más rápido posible, para no enfrentarse a los problemas; pero lo que no saben es que ese es el mayor de los problemas. El no afrontar la verdad, aunque duela, a la larga será más doloroso que la propia verdad.
Hoy afronto mi verdad, admito que me he equivocado y que hay cosas que no tienen solución, por más que uno se empeñe en encontrarla. Y sé que la vida nos pone pruebas sólo para demostrarnos que somos capaces de superarlas y así hacernos más fuertes. Y también sé que todo pasa por alguna razón, y que cuando algo acaba, probablemente sea porque algo mejor nos espera a la vuelta de la esquina; y aunque nos de miedo seguir el camino y cambiar de rumbo, hay que continuar caminando y aprendiendo día a día de todo lo que nos queda por vivir.
A lo mejor es cosa del destino...
